Tomado de: eltiempo.com, 28 octubre 2001, Autor Carlos Castilla Cardona.
Rogelio Salmona nació en París. Pasó su infancia y primera juventud en Bogotá. A finales de los 40 se traslada a París para trabajar en el taller de Le Corbusier, donde permaneció diez años. Durante ese tiempo recorrió Europa, libreta de dibujo en mano, dándole preferencia a Italia, España, Grecia y el norte de africa. Al término de la dictadura militar de los cincuenta regresa a Bogotá coincidiendo con otros intelectuales y artistas que transformaron artes y letras.
Salmona, junto con Fernando Martínez y otros arquitectos, empieza su rebelión en contra de patrones dominantes, en especial en contra de la arquitectura llamada `internacional o `racionalista’. A partir de ese momento, se desembaraza de toda la carga lecorbusiana que había determinado su formación. En su lucha por buscar una arquitectura que se ligara al sitio, al paisaje y a la sociedad de estos países, logra -por oposición- una arquitectura nueva y propia, hoy en día mundialmente reconocida.
En el transcurso de más de cuarenta años, Rogelio Salmona ha realizado notables y destacadas obras que van desde las viviendas privadas, pasando por los conjuntos habitacionales, los edificios de apartamentos y los edificios y los espacios públicos. En todas ellas ha dejado una marca personal inconfundible, determinante de cada una de sus épocas. Muchas de sus obras han dejado huella en todo un movimiento arquitectónico en Colombia. Salmona no opera como arquitecto nacional. Es un arquitecto universal, en el sentido de que busca respuestas a preguntas vigentes para la sociedad de hoy.
¿Cómo concibe su biblioteca?
- Al abordar el diseño de esta biblioteca tuve en cuenta tres puntos que me parecieron fundamentales.
Primero, que la biblioteca y el espacio público se condicionan el uno al otro. Los edificios públicos forman parte precisamente de ese espacio público. Lo ordenan, lo pre condicionan, lo ocupan. Al hacer parte del espacio público, la biblioteca le da dignidad y le permite ser usado y ocupado.
Segundo, si la biblioteca está en un espacio público, ese espacio, como todo espacio público de una ciudad, tiene una serie de valores geográficos, paisajísticos, históricos, vivenciales, de recuerdos, conserva una memoria.
Además, tuve en cuenta un tercer punto que me parecía muy importante y que se relaciona con lo que leí mucho tiempo después en La caverna, de Saramago, acerca de los centros comerciales. Una biblioteca pública es un centro de actividades entre las cuales también se cuenta la lectura. Pero tienen que desarrollarse en ella otras actividades, de manera que les pueda hacer competencia a los centros comerciales, que se han convertido hoy en el ágora, a pesar de ser espacios netamente privados. Me parecía importante el que en la biblioteca pública debe estar presente el principio de errar, el deambular. El errar favorece el deseo de adquirir ese bien cultural que es la lectura. Entonces, en ese recorrido uno encuentra una serie de actividades y dentro de ellas la posibilidad de leer.
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¿Como si fuera un centro con productos culturales que funciona bajo el mismo principio de un centro que ofrece bienes comerciales?
- Una biblioteca pública es más que eso. Es un centro de cultura. Es un lugar de encuentro entre la gente, eso es lo importante. Parte de la población va a la biblioteca porque la necesita. Necesita el libro, necesita estudiar, pero al acudir a ella también puede desarrollar otras actividades y necesita construir además una relación con el entorno geográfico.
¿Por qué está rodeada de agua?
- Me parece que el agua escasea cada vez más y no se puede desperdiciar. Toda es agua lluvia. El agua es parte del edificio pues duplica el paisaje cuando lo refleja. En el edificio, el agua está creando un paisaje interno formado por el reflejo de la gran batea, que crea una línea horizontal verde y por la silueta de las montañas.
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¿Qué quiere decir con eso?
- Imagine, por ejemplo, que en un momento dado a un muro, o una superficie cualquiera, le llega un rayo de luz y le crea una dimensión. Este fenómeno, de hecho, es un límite que puede desaparecer. La transparencia que existe entre un espacio y otro puede desaparecer con ese rayo luminoso, que produce reflejos. Cuando esa luz desaparece y los reflejos también, se vuelven a ver lo que hay detrás, o lo que hay en primer plano, es decir, se forma inmediatamente un límite.
Se ve que se tienen en cuenta muchos factores, como por ejemplo la relación entre lo social, lo espacial y el paisaje. Me parece que el lector adquiere una dimensión integral. Esto parece ser consistente con lo que usted siempre ha buscado en su obra. No solamente está tomado en consideración el momento de leer, sino el transcurso de la persona que viene, lee y se va. Luego, no se trata solamente del paisaje, la continuidad, sino del ser humano que también se extiende.
- No estoy pensando en una persona que viene y se sienta a leer como si no fuera nada más que `lector . Hay un proceso de buscar, entender y relacionar el libro con la espacialidad en la cual se vive. La percepción de la persona que va a leer está dada por una espacialidad y esta debe responder a los distintos estados de ánimo en los cuales esa persona puede encontrarse. Es decir, el espacio de un aula no es el mismo que el espacio de una sala de lectura; cada una de ellas tiene un interés y unas características propias. Eso es lo más difícil de encontrar en la arquitectura.
Siguiendo a Jorge Orlando Melo, uno podría decir que ahora la gente no necesita la biblioteca para investigar, para informarse. Tiene el Internet y por lo tanto puede obtener la información sin salir de su propia casa. Según eso, la biblioteca tiende a volverse el sitio del placer de la lectura, el sitio privilegiado para leer.
- Hay un punto fundamental en el planteamiento de esta biblioteca que es el resultado de algo que he pensado desde hace mucho tiempo: lo que hace la arquitectura, básicamente, es crear rincones para el recuerdo. Me afirmé en eso, porque ya lo sabía, cuando leí por primera vez La poética del espacio de Bachelard. Ya lo sabía porque lo había descubierto en muchos viajes, visitando iglesias, obras de la antiguedad, arquitectura de todo tipo.
¿La arquitectura es, entonces, como la memoria de la humanidad?
- Sí, pero, además, en la arquitectura uno va encontrado una serie de espacios que van quedando en su memoria y que son los lugares del recuerdo. Entonces, a mí me parecía que la biblioteca debía tener múltiples rincones donde la gente pudiera descubrir su rincón apropiado, al que quisiera volver permanentemente. Si la primera vez que uno entra a la biblioteca se siente bien, va a querer volver a ella. Va a encontrar no solamente los libros que necesita leer, sino el rincón donde lo puede hacer.
El lugar donde se lee es realmente fundamental. Hay en esto una poética del lugar que se les propone a las personas y que busca que su experiencia sea amena, que se sientan a gusto y se aumente la creatividad, porque la creatividad se amplía con una excitación que viene de afuera. El ser humano tiene que excitarse para tener emociones, eso es muy importante.
La biblioteca va a tener que excitar a los que van a ella. La gente va a descubrir la ciudad donde vive empezando por una pequeña parte: desde ese rincón que le apetece, donde le apetece estar, adonde le apetece volver. Y estos rincones se eligen teniendo en cuenta los criterios más dispares. A algunos les gustará leer en el viento, a otros en la sombra o donde haya sol. En fin, hay que proponerle a la gente distintas clases de espacios.
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¿Es esta época -en la que dominan el anti intelectualismo, lo banal y lo superficial- el comienzo de la desaparición del libro?
- Pensaba en que la biblioteca debía constituir una alternativa frente a lo que está pasando hoy con la cultura. A la cultura la están estigmatizando, la están deshaciendo. La gente necesita tener impulsos, por eso va a los centros comerciales a errar y a mirar objetos que posiblemente comprará, aunque sean inútiles. Hay que lograr contrarrestar ese efecto.
¿Sí, todo eso es cierto. Cómo se relaciona la biblioteca con esta ciudad que parece orientada hacia todo lo contrario?
- Creo que la arquitectura, cuanto menos se imponga y más se descubra, más se quiere. La arquitectura debe descubrirse de la misma manera como se revela la naturaleza, que va emergiendo 'naturalmente' ante nuestros ojos. En este caso, la biblioteca no es un edificio que avasalla, como sí lo hacen esos símbolos del comercio sobre los que hablamos. No se impone; simplemente la gente lo irá descubriendo paulatinamente y eso va a crear lazos más afectivos y profundos con los libros y con la ciudad.